Opinión

Extravagantes mansiones; ¡Acapulco vuelve “locos” a millonarios y políticos!

  • La magia de la bahía seduce y embruja
  •  De la “Casa del Fuego” al fuego en la…

Por Jorge VALDEZ REYCEN

Hal “Braxton” Hayes fue un excéntrico multimillonario norteamericano que a finales de la década de los años 50’s forjó su fortuna construyendo una casa en menos de 24 horas. Gracias a su patente, obtuvo la concesión del Ejército de los Estados Unidos de América (USA Army) para edificar miles de viviendas para soldados y combatientes.

Su vida en el jet-set hollywoodense como magnate lo hizo codearse con las más fulgurantes figuras y construyó una residencia con otra más de sus excentricidades: en el interior de su mansión, bajo la alberca hizo un refugio nuclear, en el exclusivo Beverly Hills. A su prometida le obsequió el diamante más grande y costoso en kilataje, claro mediante una cláusula de matrimonio.

Hayes construyó un submarino a base de hormigón (cemento) y probó su innovador y revolucionario invento. Sin embargo, algo pasó con la justicia que el Federal Bureau of Investigation (FBI) lo comenzó a investigar por fraudes contra el USA Army y remató su lujosa mansión en dos millones de dólares, en efectivo y desapareció.

Hal “Braxton” Hayes llegó a Acapulco, con todo su dinero y se propuso construir una torre de 21 pisos en el cerro más alto de Acapulco. Originalmente lo planeó en Las Brisas, pero su amigo Charles Trouyet le ganó el terreno y entonces se fue al Cerro del Vigía (lo que después se conoció como La Mira). Inventó y patentó la grúa de palanca y mediante su invento de hormigón comenzó a construir la torre de 21 pisos.

Las autoridades municipales de Acapulco rechazaron el proyecto y cancelaron el edificio cuando éste tenía 9 niveles. Hayes entonces dijo que su casa la convertiría en un museo y comenzó a pintar murales y esculpir en mármol, además colocó rieles de ferrocarril y una limosina con las llantas hacia arriba. A su residencia la llamó “La Casa del Fuego” y en el tercer nivel, sin ventanas ni puertas la llamó la “Suite del Insomne” o “Donde nadie duerme”.

En 1967 Hal “Braxton” Hayes inauguró “La Casa del Fuego” con invitados que llegaron en tres limosinas entre las polvorientas calles, entre actrices, actores y empresarios amigos, como el magnate Caros Trouyet. La revista “Impacto” fue el único medio que cubrió el evento casi preparado en la clandestinidad por Jacqueline Petit. Después desapareció “el Loco”… como lo llamaban. No se supo si el FBI lo capturó o huyó abandonando todo. “La Casa del Fuego” fue saqueada y los murales desaparecieron. Un Quijote quedó recargado junto al estacionamiento, al igual que los rieles y desechos de fierro y acero.

Carlos Romero Deschamps es otro “Loco” que llegó a Acapulco a construir una fastuosa residencia con el doble de lo que gastó Hal “Braxton” Hayes. Según “Reforma”, único medio que obtuvo la primicia de la “petromansión”, el líder petrolero habría tirado la casa por la ventana por una “bicoca” de 4.2 millones de dólares.

A “Mister Hayes” le costó dos millones de dólares y se tardó entre siete y ocho años construir nueve pisos, sin varillas de anclaje, sin “zapatas” en los cimientos, sólo el hormigón inventado por él y a base de un compuesto químico desconocido mezclado con cemento, sin aplanados, todo en rústico.

Al orgullo del sindicalismo petrolero le tomó la friolera de dos años demoler la antigua mansión y construir una nuevecita, a capricho.

A Braxton el Ayuntamiento de Acapulco le suspendió la obra, lo multó, e impidió que hiciera una torre de 21 pisos. A Romeritos nadie lo molestó del Recontra Hache Ayuntamiento Municipal de Acapulco… Es más: ni supieron que había una obra de tantos millones de dólares en proceso.

Acapulco, como hace 60 años, sigue siendo un imán poderoso, un lugar donde se tejen historias fantásticas, con vidas excéntricas de famosos que desparraman enormes fortunas en su tierra, en sus rocas y sus cerros… Un lugar que vuelve “locos” a millonarios.

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