*A tres meses del final, ¿qué hará?
Por Jorge VALDEZ REYCEN
Marco Antonio Leyva Mena, alcalde con licencia de Chilpancingo, y en litigio como particular ante el Tribunal del Poder Judicial de la Federación (TRIFE) contra las resoluciones del Congreso del Estado de Guerrero, obtuvo su reinstalación en el cargo mediante una resolución que en las próximas 24 horas deberá acatar la soberanía guerrerense.
De consumarse, el Poder Legislativo del Estado de Guerrero estaría enfrentando un revés histórico, sin precedente jurídico, de que sus resoluciones tomadas en el pleno de la más alta tribuna carecieron de sustento legal, argumento jurídico y resultó una pifia el aparato burocrático que se ostenta como asesoría de asuntos parlamentarios.
Pleito lleno de recovecos subjetivos con alegorías al derecho constitucional y posicionamientos jurídicos de diputadas y diputados que está visto no es lo suyo y dependen de avezados juristas para contra argumentar por qué MAL no puede regresar a la alcaldía de Chilpancingo.
Pues parece ser que todos los argumentos se cayeron. Ahora viene el revanchismo político y la venganza jurídica del controvertido MAL contra de quienes, según él, violentaron sus derechos constitucionales y políticos y lo convirtieron en el personaje más satanizado de los últimos tiempos.
Su salida del Ayuntamiento de Chilpancingo, independientemente si fue pactada, negociada, obligada u ordenada, genera, de suyo, mucho ruido en plena etapa electoral definitoria para la candidata Beatriz Vélez Núñez, quien resultaría como tercera afectada por este caso por más terso o suave que sea. Ella no debe conocer de este suceso que volverá a dividir criterios, simpatías y opiniones entre los capitalinos.
El regreso de MAL tampoco podrá ser motivo de movilizaciones, plantones y expresiones de rechazo con uso de violencia por parte de transportistas inducidos por un candidato opositor al gobierno priísta y que ha encontrado en el tema un oportunismo ideal para posicionarse, sin contar con trabajos políticos anteriores ni antecedentes de hacer labor social o política.
El Congreso Local enfrenta un escenario inédito en la jurisprudencia mexicana y podría perder o quedar en desprestigio, en lo mínimo, por un asunto esencialmente político que nunca debió judicializarse. Lo dejaron crecer, subestimaron al actor en rebeldía, lo exhibieron de presuntos desvíos que aún puede y debe solventar ante la instancia fiscalizadora.
MAL está empecinado en una actitud rijosa, que esconde en el prurito de “limpiar su nombre”, pero en la realidad lo mueve un sentimiento insano de venganza, de revanchismo. Y en ese trance para un político profesional que tiene bagaje y experiencia lo único que no puede darse el lujo –porque es una temeridad— es la de confrontarse, al mismo tiempo, con DOS PODERES.
Eso es lo extraordinario de este caso, ya quedó atrás la crisis de la basura que lo echó del Palacio Municipal. Su pleito con burócratas y otros asuntos menores quedaron superados, rebasados y diluidos.
Ahora el pleito escaló entre un alcalde con licencia contra los representantes de los Poderes Ejecutivo y Legislativo. Claro que MAL es un instrumento, para crear conflictos adicionales a los que enfrenta una administración estatal, que son graves, prolijos y delicados.
MAL encarna con humor y regocijo una parte de aquel viejo cuento, o leyenda urbana, donde un abogado en su último argumento que daba a la contraparte, a manera de burla y desdén, le expresó alzando la voz: “Ganates… ¡pero no salites!”.