Dierésis

El problema de disentir

Por Andrés Mauro Campuzano
@andrescampuzano

“La verdad no nos hace libres, nos hace odiosos”
Florencio Salazar Adame

Vi en Youtube Red la serie 12 deadly days -12 días mortales- una serie cómica de terror ambientada en la Navidad y cuya narrativa es parte del folclore. No es una serie excepcional o con una producción al estilo de Netflix, sin embargo, cumple su propósito.

En el episodio 5 de la primera temporada titulado “Coffee cups” -tazas de café-, el dueño de una cafetería en Saturno -pueblo donde se desarrollan las historias-, no acepta que algunas personas acudan a PODD’S una cadena de cafeterías que están acabando con los negocios pequeños que también se dedican a la venta de café.

La barista de la cafetería local empieza a sospechar que algo va mal cuando su jefe acepta ser parte como una franquicia, además, las personas que toman el café de PODD’S les “lavan el cerebro” y es así como cambian drásticamente de actitud.

Se convierten en entes que a todo lo que se les cuestiona buscan una solución amigable, en ocasiones erráticas aunado de que no dejan de tomar ese café y mantienen una sonrisa extraña.

Eso me hizo recordar una platica de sobremesa con algunas amistades hace 2 años en la que hablábamos precisamente de cómo algunos temas no son ideales en alguna reunión o peor aún con personas que acabamos de conocer: política, religión, fútbol son algunos.

Imagine por un momento caro lector/a que un día se despierta y todas las personas a las que conocemos mantienen esa postura amigable, no buscan debatir, tampoco discuten es ya parte de una sociedad que bajo estas condiciones muy difícilmente entrará en conflicto, quizás no habrá asesinatos, ni robos, es ya un ente carente de cualquier reflexión y sus impulsos son agradar a todos por todo y en todo momento.

¿Es un momento feliz?

Lo dudo…

¿Es necesario llegar a esos extremos en los que la individualidad se desdibuja?

¡Tampoco!

En la actualidad dar nuestra opinión en redes sociales sobre algún tema o conflicto nos pone en el ámbito del linchamiento, del escarnio de hordas que al no coincidir con nuestra forma de pensar: insultan.

No es el fin con el que fueron creadas las redes sociales y creo que en esta fase de las mismas -perfectibles- muchas sanciones que han impuestos los dueños de Facebook o Twitter buscan que la calidad de los debates sea mayor, la censura aplica cuando se recurre a la burla o al racismo.

Hay contados excesos a la hora de cerrar cuentas,por ejemplo, cuando se escribe la palabra negro que para algunas sociedades como la de Estados Unidos de Norteamérica tienen un pasado del cual lamentarse por la forma en que trataron -tratan- a sus ciudadanos y el absurdo de apelar a una supremacía o pureza por el color de piel.

El peligro de disentir es recibir amenazas o insultos y con los avances tecnológicos, la instantaneidad de la información es algo que no debería ocurrir. Hablar con personas que tienen otras ideas, otros valores, otras religiones siempre será algo enriquecedor.

No creo que la paz llegará el día en que todos pensemos igual y nadie, absolutamente nadie se atreva a disentir.

¿No lo cree?

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