Cultura

La felicidad está en nosotros mismos; Nadie puede darla, ni personas, ni cosas

En las tardes, en Chilpancingo, voy a mi librería. Está en el andador Zapata. Saco una silla a la calle, junto a la puerta y leo. Muchas veces, platico con los amigos que pasan.

El viernes pasado llegó una joven periodista. ¿Puedo hacerle una entrevista? Me dijo. Estoy a tus órdenes. Con el celular en mano me preguntó. ¿Cuántos años tiene? En noviembre de este año cumpliré ochenta y cinco. ¿Toma medicamentos? No. ¿Tiene achaques? No. ¿Alguna enfermedad? Ninguna. ¿Está jubilado? No. Sigo trabajando. Estoy en la Secretaría de Educación. Está usted leyendo sin anteojos. ¿No los usa? No tengo anteojos. Creo que, todavía, no los necesito. Estamos haciendo entrevistas a adultos mayores y, casi todos, tienen padecimientos… Yo, solamente, tengo una pierna más corta que la otra. Dos o tres milímetros. Cojeo al caminar, pero me hago la idea de que me veo más atractivo. Sonrió.

La entrevistadora es una muchacha bonita. Quizá tiene veinte años. Viste pantalón de mezclilla y blusa blanca.

– ¿Qué consejos nos puede dar a los de mi generación?

-Ninguno. No tengo autoridad para aconsejar a nadie. Podría decirles lo que, a través de los años, he aprendido.

-Dígalo, por favor.

-He aprendido que todo lo que pensamos, hacemos y decimos tiene consecuencias. Lo que somos es el resultado de nuestros pensamientos, nuestras acciones y palabras. La salud y la enfermedad se producen por nuestra forma de comer y por nuestro modo de vivir. El día tiene veinticuatro horas. Debemos dividirlo entre tres. Nos da ocho. Ocho horas de trabajo, ocho de descanso – incluye convivencia con la familia, leer, escribir, ver películas, hacer ejercicio, caminar, etc.-

Ocho horas para dormir. He aprendido a no llevar problemas en mi mente ni a la hora de comer, ni a la hora de dormir. Debemos vivir sin problemas. También sin odio, sin resentimientos, sin rencores. Debemos amar a todos y cuidar y mejorar lo que nos rodea. Vivir al natural, es decir, sin formalismos, sin poses, sin vanidad. Debemos entender que todos somos iguales, que nadie es mejor que yo, ni yo mejor que otros. Somos distintos, eso sí. Debemos identificarnos con las plantas, los árboles, los ríos, los lagos, el mar y con todos los animales. Todo es parte de la creación. Debemos ser felices. La felicidad se encuentra en nosotros mismos. Nuestra felicidad es por nosotros. Nadie puede darla. Ni personas, ni cosas. La felicidad y la salud son nuestra responsabilidad. Vivir con sencillez, ser auténticos, sin conflictos y con mucho amor es la clave para ser felices. El amor es la mayor fuerza en el mundo y la solución a todos los conflictos. Tener éxito no es haber logrado tener mucho dinero, poder y fama. Tener éxito es haber logrado ser útil, bondadoso y feliz.

Así dije. La muchacha sonrió. Se acercó a mí y me dio un beso en la mejilla. Se fue sin decir nada.

No pregunté donde se publicaría. Por eso lo escribo aquí.

Alegoría de la Felicidad- ANÓNIMO. Copyright de la imagen ©Museo Nacional del Prado.

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