Por Andrés Campuzano
Fotografía y vídeo: Socorro León

Camino. Sigo caminando y voy observando los zapatos de algunas personas, muestran el desgaste, el camino andado a sus trabajos, sus metas, sus fracasos. También, algunos, muy sucios, pocos tienen la costumbre de bolearse los zapatos actualmente. Con más de 30 años desarrollando su oficio de limpiar, devolver el brillo y color a los zapatos de la gente de Chilpancingo que se lo requiere lo encuentro, la música de fondo es la de un organillero. Don Felipe nació en Alcozauca de Guerrero, avecindado en la capital del estado desde hace 32 años. Lo encuentro –todos los días- en la Plaza Cívica Primer Congreso de Anáhuac, justo frente a la entrada de las –agrietadas- oficinas del Poder Judicial. Da un trago a una lata de Coca-Cola al tiempo que me indica que es mi turno para sentarme en la silla, así comienza nuestra breve charla:
¿Cómo le va en su oficio?
¡No es difícil! Cualquier trabajo es bueno, mientras uno trabaje `sanamente´, no me avergüenzo de mi trabajo. Me gusta.
¿Cuándo aprendió a bolear o como dicen “dar bola”?
En México aprendí, yo me dedicaba a otra cosa era estibador, mi trabajo era pesado pero me enfermé un día arrojé sangre, se me reventó el bazo y estuve mucho tiempo internado en el hospital General de México y después viví en un albergue. Después de un tiempo me “metieron sonda” y me dijo el doctor que ya que me compusiera bien me “metería cuchillo, porque si te opero ahorita al rato otra vez.”
Pero le dije que ya no iba a trabajar pesado que me iba dedicar a algo sencillo y ahí aprendí a ser bolero era el año de 1985. Qué tiempos aquellos, estaba joven, bien macizo.

¿Le han tocado clientes políticos?
Cae de todo. Aquí antes era la cámara de diputados y les boleaba a ellos, los diputados. José Luis Peralta cuando fue diputado venía, ya después se lanzó de presidente y cuando son presidentes ya no dan la cara ellos o cuando son gobernadores “¡ya no dan cara!”. Cuando `crecen´ ya no.

¿Qué es lo que más disfruta de su trabajo?
Veo muchas cosas de la vida aquí, no me da tentación mi trabajo, hay muchas cosas. Vivimos en un mundo de pecado, ¿quién es perfecto? ¡Nadie! Aquí en la vida todos fallamos, todos cometemos errores. Solamente Dios es perfecto.
Termina nuestra charla con la promesa de regresar a tener otra más extensa con don Felipe.
