Hace dos semanas platiqué con un jovencito que estaba sentado en una de las bancas del Jardín de Tixtla. Me dio su nombre completo, pero no supo responder a preguntas sobre su familia. Sabia el nombre de sus papás pero no sabía nada de sus abuelos. Los abuelos viven en Tixtla, pero él muy poco los trata.
Así son muchos jóvenes ahora. Los de mi generación vivimos en torno de papá y mamá y con trato permanente con abuelos, tíos y primos. Nos sentíamos muy unidos por nuestra historia común y porque los principios básicos de la vida los adquirimos en el hogar. Hemos vivido muchos años. Algunos en lugares distintos pero el sello familiar lo llevamos con orgullo porque conocemos la historia de los que nos antecedieron. Adoptamos una conducta que honra a la familia de la que procedemos. Muchos tenemos diferentes ideologías, pero los valores universales, inculcados en el hogar, no cambian. Son la base de nuestra vida.
Los que, ahora somos viejos, no podíamos imaginar el mundo de violencia, mentiras e individualismo que estamos viviendo. Yo afirmo que la causa de toda esta tragedia es la desintegración familiar. Los hogares son el núcleo de la sociedad. Si los hogares desaparecen la sociedad se desmorona.
Ahora hay desarrollo tecnológico. La escolaridad es para todos. Las universidades están abiertas para la mayoría, la economía es distinta, más abundante que antes. Pero no somos más felices.
Nuestra sociedad es un caos. Es cierto. Hay más preparación académica pero los valores universales están nulificados porque la familia ya no es el factor de educación en la niñez. Las madres solteras abundan en todas partes y la mayoría de las mamás viven más tiempo en su trabajo que en sus casas. Son otras manos las que mecen la cuna. La televisión y los teléfonos celulares son los agentes educativos de ahora. Los padres han perdido el dialogo con sus hijos. El valor dinero es el único valor que se persigue. Por eso imperan el consumismo, la superficialidad, la vulgaridad y la violencia.
La única solución a todos los problemas que ahora enfrentamos es el rescate de la familia. Que los hogares vuelvan a consolidarse. Allí en el hogar esta la base de la educación verdadera.