Una señora me dijo: “Leo lo que escribes en Facebook. Me gusta lo que dijiste sobre los valores que nos inculcaron nuestros padres. Teníamos hogar. Nos educaron con disciplina y estuvimos empapados de amor. Así como dices fue. Pero… ¿por qué no hablas de la religión? ¿qué influencia tuvo la religión en nuestra forma de ser?”. Le prometí a mi amiga escribir sobre ese tema.
En los años cuarenta el catolicismo era la religión predominante en toda la República. A los niños los bautizaban al otro día de nacidos. Crecimos aprendiendo y repitiendo rezos. Un día a la semana íbamos a la “doctrina”. Allí memorizábamos y repetíamos textos del llamado Catecismo de Ripalda que, la mayoría no entendíamos. Nos “confirmaron” – quien sabe que es eso -. Hicimos la primera comunión. Íbamos a misa los domingos – no supimos que era una misa – y a la “Hora Santa” los jueves. Me gustaba ir a la “Hora Santa” porque una señora ponía a la salida un canasto de empanadas y, siempre, mi mamá nos compraba.
“Si no te portas bien los Reyes magos no te darán juguetes”. “Si pecas te vas a ir al infierno y te quemará toda la eternidad”.
Nos llevaban a las fiestas religiosas de los pueblos. Había mucho borracho. Jaripeos, gallos y, a veces, heridos o muertos.
Así fue.
Los papás hablaban con nosotros. Desgranaban la historia familiar y exponían formas de vivir de nuestros anteriores. La familia como centro. Honradez, sencillez, autenticidad, conducta adecuada, trabajo y mucho amor eran las características de la mayoría de nuestros ancestros. Nos impulsaron a imitarlos y a honrarlos con nuestra vida diaria.
Los valores que rigen la conducta de mi generación fueron transmitidos en el hogar y reafirmados en la escuela. No en las iglesias Fue el ejemplo de los papás y los maestros los que los reafirmaron en nosotros.
Yo afirmo que la religión no influyó. Eran ritos, obligaciones y amenazas las formas de conocerla y practicarla. No estudio, no convicción.
En el 2023, México, según dicen, es el país más católico de América. Sin embargo, siendo así, somos el país más corrupto, más violento, con vulgaridad y superficialidad en todos los actos diarios. Somos, también, el más consumista.
Ninguna religión puede influir en la vida de alguien si no está basada en el estudio y convicción. En los años de mi niñez, la lectura de la biblia estaba estrictamente prohibida.
Mis respetos a todas las corrientes religiosas. Mis respetos a todos los que con conocimiento y convicción rigen su vida por la religión a la que pertenecen.
Si la religión no determina la conducta de sus feligreses es porque esos feligreses pertenecen a ella solamente por costumbre. No saben nada.