Cultura

Estamos enfermando a la tierra

Estoy oyendo a las chicharras. Desde el amanecer no han dejado de “cantar”: Aquí en mi pueblo dicen que llaman a la lluvia. Que su “canto” es señal de buen temporal.

 

Aparecen cuando se acerca la época de siembras. Desaparecen cuando empieza a llover. Alguien afirma que dejan de “cantar” hasta su muerte. Mueren cantando.

 

Estoy en mi casa de Omeapa. Tiene fama el mezcal que aquí se produce. Ahora es escaso. Ya no hay maguey. Por estos rumbos no se siembra. Al mezcal lo elaboran aquí con maguey silvestre que empieza a ser escaso.
Es realidad comienzan a escasear muchos productos silvestres que antes eran abundantes.

Esto es en todas partes. El limón agrio con semilla. En la mayoría de las casas había arboles muy cargados. Incluso se regalaban. También había limas agrias y dulces. Ya desaparecieron. Los limones dulces tampoco existen. Las limas reinas y las toronjas son desconocidas por los niños y jóvenes de ahora. También los cajeles. En mis tiempos abundaban en todos lados. Las matas de piñuelas –timbiriches- eran utilizadas para cercar los terrenos. Ahora son muy pocos los que las conocen. Todavía hay guamúchiles –pinzanes- pero muy pocos. Este es su tiempo. Los arboles allí están pero casi sin fruto, sin roscas.

 

Algo está ocurriendo a la tierra. Mi esposa sembró limones agrios, crecieron pero no producen. Yo creo que con los abonos y fertilizantes químicos cambiamos la composición de la tierra.

 

¿Por qué están desapareciendo los cítricos? ¿Por qué las piñuelas? ¿Por qué los guamúchiles? Hasta la huajes son escasos. Muy pocos comen quelites que, en otro tiempo eran básicos.

 

Hoy 25 de abril, en mi pueblo subirán los campesinos al cerro de “Pacho” a pedir la lluvia. Ese era el cerro sagrado de nuestros anteriores. Pedirán la benéfica lluvia pero también acudirán al gobierno para pedirle abono y fertilizantes. Es decir, los químicos que sospecho han alterado la composición de la tierra. Pasaron muchos siglos en los que no había esos fertilizantes. Las cosechas eran abundantes. La humedad de la tierra permanecía mucho tiempo porque el agua se filtraba. Ahora hay mucho cemento en todos lados.

 

Ya casi no hay guayabas silvestres. Muchas flores –lirios y azucenas- que abundaban en estos tiempos ya no embellecen los cerros y caminos. Hasta el pericón -zacayahucli- es escaso.

 

Alguien debe saber qué es lo que está pasando. Que nos lo comunique. Que lo pregone para que se tomen las medidas necesarias. No es posible que ante esto no haya inquietud ni alarma. La naturaleza repele lo que le daña. Pero seguimos agrediéndola. Estamos enfermando a la tierra.

 

También han desaparecido muchos animales. En el campo son raros los conejos. Ya no hay liebres, ni tejones, ni armadillos, ni venados y muchos otros.

 

También se han secado manantiales, corrientes de agua y lagunas. Las pocas que existen están muy contaminadas.
El clima es extremoso. Por nuestra región nunca se habían dado calores tan altos.
Todo es producto del hombre. La humanidad es la única depredadora de la naturaleza.

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