En la década de los cincuenta llegué a Chilpancingo para estudiar la secundaria. El maestro de civismo -Antonio García Morlet- nos dijo que Chilpancingo tenia 12,267 habitantes. Casi todas las calles eran empedradas. Viví los primeros meses, en el hotel Vazquez de Doña Tonchi Carbajal. Este hotel estaba enfrente de la farmacia Carreto. La entrada era por la calle zapata. Ahora es auditorio. Había dos jardines separados por la calle 16 de setiembre que se prolongaba hasta El Huacapa. El jardín Cuéllar con su kiosco y el Jardín Bravo con la estatua de don Nicolás, frente al palacio de gobierno – hoy Museo Regional-. En la contraesquina de la Iglesia estaba el restaurant Treppiedi. En donde ahora están los portales estaba el Ayuntamiento con un busto de Venustiano carranza a la entrada. Los únicos cinco taxis estaban en la calle, frente a la puerta de la iglesia. Allí esperaban ser llamados por el teléfono 1-33 para dar servicio. No había camiones urbanos. Agapito y su camión llegaron a fines de los cincuenta. A ese camión lo llamábamos “Circunvalación”.
No había cafeterías. No se acostumbraba el café fuera de casa. Las reuniones, solamente hombres era en las cantinas. Allí no había escándalos y se podían tratar asuntos. Famosas cantinas fueron: El “Salón Morabia”, “Mi oficina” de Flavio Diaz, “El Refugio” de Nato Morales, “La Bohemia” de Delfino Adame y la cantina de “La Cuachala”, un hombre muy estimada en Chilpancingo. En el Huacapa había pozas y playas. Las pozas eran El Golfito, El Ahuejote, La Perica y La Quebradora. Por las tejerías se hizo otra poza redonda que llamábamos “Cuatro Vientos”. También eran punto de reunión los puestos de aguas frescas de Chona, de Doña Lola y de su hermana Enedina. Eran de fruta machacada.
Solamente estaban el cine Guerrero en la Avenida Guerrero y el cine Colonial en la Av. Alemán. Nuestra bebida tradicional era el toronjil con semita. Eso era lo que se ofrecía a las visitas. Las familias se unían en torno al toronjil porque lo tomaban en el campo. Los niños y adolescentes jugábamos en las calles. No había carros circulando. Los teléfonos eran de manija. Se descolgaban y se daba vueltas a la manija y una operadora preguntaba ¿Con que número lo comunico? Eran de uno, dos o tres dígitos. El teléfono número uno era de Banamex, el 6 del hotel Cardeña, el 8 de transportes Vicente Guerrero, el 10 de la farmacia del Dr. Fortunato Silva, el 12 del Hotel México, el 27 de la tienda 1-2-3 de Lupita Guevara. En 1960 ya había de 3 dígitos la universidad tenia el 282.
Las telefonistas eran hijas de Doña Docha propietaria de la pozoleria más concurrida de aquella época.