
No había cafeterías. No se acostumbraba el café fuera de casa. Las reuniones, solamente hombres era en las cantinas. Allí no había escándalos y se podían tratar asuntos. Famosas cantinas fueron: El “Salón Morabia”, “Mi oficina” de Flavio Diaz, “El Refugio” de Nato Morales, “La Bohemia” de Delfino Adame y la cantina de “La Cuachala”, un hombre muy estimada en Chilpancingo. En el Huacapa había pozas y playas. Las pozas eran El Golfito, El Ahuejote, La Perica y La Quebradora. Por las tejerías se hizo otra poza redonda que llamábamos “Cuatro Vientos”. También eran punto de reunión los puestos de aguas frescas de Chona, de Doña Lola y de su hermana Enedina. Eran de fruta machacada.
Solamente estaban el cine Guerrero en la Avenida Guerrero y el cine Colonial en la Av. Alemán. Nuestra bebida tradicional era el toronjil con semita. Eso era lo que se ofrecía a las visitas. Las familias se unían en torno al toronjil porque lo tomaban en el campo. Los niños y adolescentes jugábamos en las calles. No había carros circulando. Los teléfonos eran de manija. Se descolgaban y se daba vueltas a la manija y una operadora preguntaba ¿Con que número lo comunico? Eran de uno, dos o tres dígitos. El teléfono número uno era de Banamex, el 6 del hotel Cardeña, el 8 de transportes Vicente Guerrero, el 10 de la farmacia del Dr. Fortunato Silva, el 12 del Hotel México, el 27 de la tienda 1-2-3 de Lupita Guevara. En 1960 ya había de 3 dígitos la universidad tenia el 282.
Las telefonistas eran hijas de Doña Docha propietaria de la pozoleria más concurrida de aquella época.
