Guerrero

De Bartlett a Olga, la gran diferencia

• Recuento de daños por sismos, ¡aguas!

• Tenemos una historia de luto y tragedias

De los secretarios de Gobernación desde Miguel de la Madrid Hurtado (1982-1988) hasta Andrés Manuel López Obrador (2018-2024), el más áspero, hosco y hasta hostil ha sido Manuel Barttlet Díaz, mientras que Olga Sánchez Cordero es la mujer más encantadora, de fino trato y seductora en el ejercicio del poder.

Guerrero fue la entidad donde se registró el epicentro de aquel terremoto de 1985 y el talante del poderoso secretario Barttlet Díaz era de muy mal humor, al grado de negarse a ofrecer al gobernador Alejandro Cervantes Delgado (1981-1987) todo tipo de ayuda. Don Alejandro encomendó entonces al secretario de Gobierno, Humberto Salgado Gómez presentar al inquilino del Palacio de Bucareli toda la información de municipios afectados para ser incluidos en el Fondo de Ayuda a Damnificados.

Barttlet de muy mala gana recibía a quien luego sería diputado federal, lanzando indirectas hacia el hombre de la pipa, con quien no había química (¿quién se llevaría de buena manera con Barttlet?). El presidente De la Madrid Hurtado instruía, sin embargo, que la ayuda llegara a Guerrero, y llegó. Ángel Aguirre Rivero sucedió a Humberto Salgado Gómez en la Secretaría de Gobierno. Y la deconstrucción avanzó más fluida.

El presidente De la Madrid Hurtado realizó muchas obras, de la mano con el gobierno Cervantista. Zihuatanejo estrenó nuevo Palacio Municipal y lo mismo pasó en Tecpan de Galeana, La Unión de Montes de Oca y Coahuayutla de Izazaga. Fueron los municipios más afectados por el sismo del 85.

La historia trágica de desgracias por sismos y huracanes en nuestra entidad ha sido dolorosa, traumática y siempre ha sido dependiente, presupuestalmente, del gobierno federal todo tipo de apoyo para reconstruir afectaciones en los municipios costeros. En 1997 “Pauline” dejó Acapulco partido en dos, desde Palma Sola hasta Playa Hornos. El caudal del rio Camarón desapareció la parroquia de La Sagrada Familia, en Vista Alegre, y se llevó por completo la delegación de la Secretaría de Turismo. Más de un centenar de víctimas mortales aparecieron en la colonia Progreso.

Ernesto Zedillo Ponce de León (1994-2000) llegó de Europa furioso, ante la tragedia. Alberto López Rosas, diputado federal de oposición, increpó al presidente en una reunión de evaluación. Zedillo lo paró en seco: “Respete mi investidura!”, le restregó. Aguirre presentó su informe y también la renuncia, no lo aceptó el presidente de México. Sí la del alcalde Juan Salgado Tenorio. Entró al relevo quien había síndico municipal en el anterior gobierno de Rogelio de la O Almazán y secretario de Finanzas de Aguirre, con el apoyo del poderoso Liébano Sáenz, secretario particular de Zedillo.

La reconstrucción de Acapulco fue en tiempo récord. Más de 10 mil millones de pesos fue la ayuda presidencial inmediata, directa, sin dilación. Hubo actos de rapiña y de mezquindad de politiqueros, pero Acapulco se puso de pie.

En 2013 “Ingrid” y “Manuel” volvieron a dejar luto, desolación, daños. “La Pintada” en Atoyac fue el foco de la tragedia en la Costa Grande. Tixtla quedó bajo el agua. El rio Huacapa cobró factura en edificios. Lo mismo en Acapulco y las costas. Enrique Peña Nieto (2012-2018) instruyó aplicar el “Plan Guerrero” con 20 mil millones de pesos para la reconstrucción, con más de 15 visitas in situ del presidente en las zonas más afectadas, Coyuca de Benítez entre ellas.

Y otra vez, en 2017 la tierra tembló en la zona norte, límites con Morelos y Puebla. La icónica iglesia de Santa Prisca en Taxco resintió el sismo. Cientos de escuelas quedaron en ruinas. Allí nació el programa de reconstrucción de más de mil 500 escuelas en todo el estado, obra sin precedente.

Guerrero es un foco rojo encendido en materia de daños provocados por sismos o huracanes. Sin un plan, con presupuesto disponible para ejercerse ante cualquier suceso, cualquier gobierno tiene sobre sí una espada de Damocles.

Acabo de leer una declaración de la Secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, donde expresa palabras francas de reconocimiento al gobernador Héctor Astudillo Flores, a quien llama gobernador honesto. No hay registro de que un secretario de Gobernación en funciones haya tenido este tipo de expresiones para un mandatario en funciones. No lo hay. Esa es la gran diferencia, la que cuenta, la que pesa y valora acciones y conductas en el ejercicio del poder.
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