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LA VIOLENCIA PUEDE ESPERAR…

 

Por Andrés Campuzano

@andrescampuzano

Faltan 623 días, 11 horas y 30 minutos – al momento en que escribo y la cuenta sigue- para el 7 de junio de 2021.

Sí, todos esos días, horas y minutos para la elección en Guerrero.

Sin embargo, diversos políticos profesionales en la entidad han comenzado a publicitarse en redes sociales y a realizar diversos eventos, conferencias o entrevistas para posicionarse mediáticamente y lograr ser nominados candidatos a la gubernatura o quizá de no ser considerados por los liderazgos de sus partidos políticos estar en una posición cómoda en la mesa de negociación cuando llegue la hora.

No es deseo inadvertido para estos aspirantes opacar cualquier logro del actual gobernador para ganar prestigio o simple visibilidad.

No pongo en entredicho su legitimo derecho de ser votados, pero algunos pecan de optimismo al decantar aciertos y cifras de su paso por alguna alcaldía o curul. Su realización, por así decirlo, se puede interpretar hasta con imprudencia, una llevada contra el actual gobierno.

Guerrero no está para precampañas. Lo dijo Rubén Figueroa Figueroa en entrevista con la televisión francesa “Guerrero es un estado difícil de gobernar”; la utopía nos permite vislumbrar un escenario en el que la mayoría de los partidos políticos y sus actores se unirían a los esfuerzos del gobernador en turno ante el esquema de violencia e inseguridad que son las principales demandas de los ciudadanos para que se solucione.

“El silencio es elocuente en política, pero menos peligroso que la palabra”, bien dijo el exgobernador José Francisco Ruiz Massieu y no se toma con la seriedad y vigencia que le corresponde. La falta de compromiso y de soluciones eficaces y duraderas han contribuido a la pérdida de confianza. No obstante, los problemas de Guerrero les sirven a estos aspirantes para construir eufemismos.

Leí la opinión del presidente de la Academia Mexicana de la Comunicación Ricardo Homs intitulada “Reputación, redes sociales y derechos humanos”, que compartió don Florencio Salazar, de ese enriquecedor texto destaca: “Basta analizar las campañas electorales de hoy, que ya no se ganan con base en propuestas serias para convencer al electorado, sino a partir de estrategias de desgaste para restarle credibilidad al competidor o adversario, lo cual puede terminar enlodando a todos los participantes. Esto es lo que ha generado el descrédito de la política. No gana el mejor de los candidatos, sino quien terminó menos desacreditado”, aunque más que opinión bien pudiera ser un fatalismo.

En ese contexto coincido totalmente en que intentar preservar la honorabilidad de un nombre, de un político profesional debe ser el aliciente para revertir la desconfianza ante los ciudadanos que constantemente son bombardeados con ´estrategias mediáticas´ que buscan minar al adversario, el vulgar chisme o el ataque son las armas estelares de algunos políticos y sus asesores en tiempos de las Fake News.

Así que el actual -y habitual- comportamiento de algunos aspirantes nos lleva a los derroteros comunes. No importan los índices de violencia, de inseguridad, de pobreza, de marginación, de desempleo, no importan las grandes batallas en las que han estado ausentes cuando de elecciones se trata.

El objetivo es atacar cualquier avance del gobierno, desdeñar la idea de contribuir sin ponderar ideologías; el culto a la persona sigue vigente, creer como en tiempos hegemónicos que un solo partido, una sola persona tienen la solución a todos los problemas. Entiendo el papel de la oposición, de criticar, de detentar el poder, lo que sigo sin entender es como todo este abismo de problemas no son lo suficientemente motivadores para lograr ya no un equipo para hacerle frente, sino que consideren en su agenda a la prudencia.

_Mientras tanto, la violencia puede esperar… son ya tiempos electorales.

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