Jorge VALDEZ REYCEN
• Disparatadas reacciones de Montes
• Prudencia, ante amenazas anónimas
Cuando Adela Román Ocampo lo planteó como un asunto de vida o muerte, el silencio se hizo pesado.
Las amenazas de muerte directas han ensombrecido una atmósfera de transición en la vida política, económica y social de Acapulco. La violencia desbordada y la grave inseguridad que no resuelve una Secretaría de Seguridad Pública obligaron a la alcaldesa electa a pedir el apoyo directo del gobernador Héctor Astudillo Flores y del Grupo de Coordinación Guerrero.
No es un tema menudo, ni asunto de poca monta. Se trata de una presidenta municipal que en cuestión de días tomará protesta del cargo y a todos concierne. La inseguridad ya era una asignatura pendiente que hizo crisis desde antes del proceso electoral. Era un negro presagio.
Una vez planteado el asunto de las amenazas directas contra de la síndica si hubiera cambios en la Secretaría de Seguridad Pública, es obvio que los perpetradores de una trama terrorista pretenden imponer un código de incertidumbre, miedo y zozobra.
Algunos blandengues han criticado que Adela Román se haya entrevistado hasta tres veces con el mandatario estatal, pero ignoran los temas que hasta ahora podrían haber sido abordados. Uno de ellos es, sin duda, la inseguridad. También que use guardias para custodiarla y hasta Infantes de la Secretaría de Marina-Armada de México.
La presidenta municipal de Acapulco ha pedido apoyo al gobierno de Astudillo, sin que esto sea motivo de descrédito o como sectariamente lo ha interpretado Sergio Montes Carrillo, aspirante a la dirigencia estatal de MORENA, quien “exige” a la alcaldesa “definirse” como gente de MORENA o de plano desligarse y declararse independiente.
Los disparates de un personaje cegado por la efervescencia política y con concepto retorcido y medio retrógrada Stalinista no ha podido descifrar que en Acapulco se viven condiciones de altísimo riesgo, donde la vida se puede perder en caso de actuar de manera imprudente, soberbia y hasta con solo asumir con dignidad tu papel de autoridad, ya es motivo de sufrir agresiones. Los mensajes de terror son eso. Pero no se puede asumir una actitud temeraria y hasta de reto a quienes no dan la cara y actúan desde el anonimato.
Ojalá y Sergio Montes Carrillo y quienes comparten con él esa percepción, entiendan que hoy la función pública en una de las ciudades más violentas, corruptas, inseguridad, de peor nivel de vida, endeudada y con cero confianza en su fuerza de seguridad no se trata de permanencias partidistas, ni definiciones propagandísticas de ofertas electorales. Tampoco es la discrepancia con la austeridad que debe marcar la sensible toma de posesión del cabildo en un lugar que brinde las condiciones de seguridad tanto para los propios funcionarios municipales entrantes, como los invitados especiales que representan el clero, la milicia, fuerzas vivas, organismos civiles, entre otros.
El shock vivido por quienes van a asumir una de las más importantes alcaldías del país no lo podemos calcular, como tampoco redimensionar en el caos o anarquía. Tampoco es reflejo del intenso intercambio de ideas en las redes sociales, donde mentiras se hacen realidades y reputaciones añicos.
Los navegadores tienen sus propios intereses, algunos inconfesables. Otros solo opinan y externan comentarios que no aportan, solo descalifican.
Adela Román asume en un clima incierto que el propio alcalde saliente propició. Y es que no se ha podido crear la mejor atmósfera de una transición correcta, por diversos motivos donde las vanidades y egocentrismos cobran relevancia y protagonismo. Desde los nominados a un cargo, hasta los que acariciaron ser parte del gabinete y quedaron en el intento.
Hay que ser cautelosos, mesurados y prudentes ante una situación inestable en el relevo institucional, que apuesta porque sea tranquila y sin sobresaltos, pero también está muy en alerta ante amenazas.
