Cuando yo llegue a la vejez estaré preparado. Apenas tengo ochenta y seis y ya estoy pensando en esa etapa la que, dicen, está lleno de achaques, de soledad, de incapacidad física y mental y muchos males más. Yo no creo que todo eso sea cierto. Depende de cómo haya sido nuestra vida. Conozco a muchos que a los cincuenta o sesenta ya son viejos y sufren todos esos males que se anuncian.
Yo, desde hace muchos años, me estoy preparando para esa edad en la que la dependencia es el peor de los males. No tengo miedo de llegar a viejo. Esta falta de miedo es básica para llegar bien. Me imagino que la vejez es una etapa en la que estamos llenos de paz. Ninguna ambición. Ningún problema económico. Ningún problema con los que nos rodean. Cero corajes. Cero pensamientos negativos. Cuando yo sea viejo tendré metas y mucha actividad. No me imagino estar sentado o acostado viendo televisión. Estaré sentado para leer o para escribir. Me imagino a Juan Sánchez Andraca ya viejo, pero con mucha felicidad rodeado de las personas que lo aman y prodigando amor a todo lo que lo rodea. Así imagino a mi vejez cuando llegue.
Si alguien me pidiera un consejo le diría que, desde joven, se imagine su vejez con salud, con felicidad, con mucho amor. Que construya un cimiento familiar positivo. También un cimiento económico suficiente para no carecer de lo necesario y para no depender de nadie. Que viva de acuerdo a sus creencias. Que su vida sea con respeto a los valores universales. Ningún problema con nadie y olvidar el pasado negativo. Algo importante es integrarse a la naturaleza. No pensar en coches, lujos, ropa cara, comidas caras. Aconsejo vivir oyendo cantar a los pájaros, a las chicharras antes de las lluvias, ver y sentir a los árboles, a las flores, a los frutos silvestres. Ser natural.
Ser viejo es una bendición. Los viejos deben contagiar a los que los rodean de buen humor y de alegría. Nada de quejas. Nada de recuerdos negativos. Nada de animadversión a alguien.
Ser viejo así debe ser la meta de todos. Es nuestra mente la que nos lleva a una vejez feliz o una vejez de dependencia.
