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Explosión en Acapulco: ¿Terrorismo?

  • CFE y sus ¿bombas-transformadores?

  • Castigo ejemplar, para evitar impunidad

La fuerte explosión en el zócalo de Acapulco –independientemente de las causas que originaron lesiones graves a nueve personas, incluido un bebé de meses— han sobrecogido y despertado toda clase de indignación, angustia y terror.

Si fuese el caso de una descarga en el suministro eléctrico la detonación de un transformador –hecho común, recurrente y sin explicación puntual, oportuna y, más aún, con demora, de la Superintendencia de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) División Centro-Sur—es notable e incuestionable la imputación a la “empresa de clase mundial” el causal de los hechos. Y hasta una investigación penal –ya en curso en la Fiscalía General del Estado (FGE)—contra quienes resulten responsables.

De igual forma, si una vez realizado el peritaje en la zona de la explosión se descubriera la presencia incuestionable de restos de bombas de fabricación casera, similares a las que lanzan desde drones los grupos delictivos en su eterna disputa demencial, como ya han ocurrido en la sierra de Petatlán, estaríamos frente a un suceso de terrorismo.

Esto último, creció en versiones no comprobadas aún a través de redes sociales en razón de testimonios vertidos por testigos del incidente. La agilidad y celeridad en despejar toda duda, recae en la FGE y, por supuesto, esclarecer las causas. Función precisa del área de peritos en explosivos.

Sin embargo, no descartar la posibilidad de fallas en los transformadores de la CFE instalados en lugares públicos, densamente concurridos, sin las esenciales medidas de seguridad supervisadas por funcionarios de Protección Civil municipal y estatal. Comprobar lo anterior, vendría a dar otro sesgo de complicidades, insuficiencias, simulaciones y hasta omisiones nefastas como imputables a la comisión de un crimen.

Por supuesto, para la instancia de gobierno encargada de la seguridad pública, ambos escenarios que se debaten comentan y lamentan con buena dosis de improperios, no pueden demorar en cuanto a su explicación, técnica, de expertos en explosivos y de la propia CFE, si fuere el caso.

La atención inmediata a las víctimas del percance, aunque no se demerita, es lo que se pudo evitar. ¿Cómo? Primero, si la CFE coloca estas bombas-transformadores en sitios alejados a la gente y las áreas de Protección Civil lo verifica con precisión y rigor.

Lo otro, que sobrecoge y preocupa a los altos mandos castrenses y civiles, sería ya tomar en serio el nivel creciente del desafío y reto a las instancias garantes de la seguridad y paz pública, por parte de quienes mandan estos mensajes macabros.

Sea cual sea el resultado de la investigación, y por lo delicado y sensible en el terreno del turismo y el área específica de asistencia de acapulqueños y turistas al disfrute familiar y de convivencia pacífica en un sitio creado para ese fin, se debe informar sin vacilación ni duda. Al mismo tiempo, actuar en consecuencia a la gravedad del suceso.

Los responsables del manejo de crisis –si los hay— deben ponderar la credibilidad de las acciones a seguir. Desviar lo ocurrido deliberadamente, sin capturar a culpables, es entendido como la impunidad y abre la puerta a que ocurra otra vez.

Tiempo… para saber qué pasó. Cómo pasó. Por qué pasó. Quién lo hizo. Por qué lo hizo. Y el castigo que reciba debe ser ejemplar para que nadie lo tome a broma.

Ya basta de contemplaciones y sólo reaccionar…con lamentos y silencios.

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