Ayer supe que mi gran amigo alcohólico volvió a caer. Se va a perder unos días, pero volverá a aparecer y, como si nada, seguirá trabajando unos días y, otra vez, al alcohol. Ya nos hemos acostumbrado.
Escribo esto porque estoy impactado. Ayer también, vi tirado a un vendedor ambulante con el que he platicado mucho. Lo levantaron y se lo llevaron quien sabe a dónde. En el suelo quedó su vómito.
Regresé a mi casa. En la mesa en la que leo y escribo estaba la Biblia. Apesadumbrado por el alcoholismo de mis amigos leí el libro de Génesis. Allí dice que Dios dijo: “Hágase la luz y la luz se hizo”. Dijo también “que haya lumbreras en la expansión de los cielos…” Es decir, Dios creó todo con, sólo, su palabra. Cuando creó al hombre dijo: “Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza”. Tomó polvo de la tierra y formó al hombre y le sopló en la nariz el aliento de vida. Después formó a la mujer de una costilla del hombre y dijo: “Que los esposos serían una sola carne”. Así sería de fuerte la unión. Dios no dijo: hágase el hombre. Lo formó con sus propias manos y le dio autoridad sobre todo lo creado. Fue hecho a imagen y semejanza de Dios…
Hombres y mujeres somos maravillosos, pero hemos decidido la depravación.
Millones de alcohólicos hay en el mundo. Esposos y esposas en permanente confrontación o totalmente separados. Hombres y mujeres con afán de dominio sobre sus semejantes y con armas destructivas que han fabricado, gracias a la maravillosa inteligencia con que fueron dotados.
La naturaleza con árboles, plantas, animales, terrestres y voladores, los mares y su increíble vida marina han sido agredidos, contaminados, destruidos. Hemos decidido vivir infelices, con miedos, con violencia, con superficialidad. Nos hemos olvidado de qué fuimos creados por las propias manos de Dios y por su aliento de vida. La misma biblia dice que el espíritu de Dios mora en nosotros.
No me quito de la mente al vendedor ambulante tirado en el suelo por borracho. Pero pienso, también en los drogadictos. La destrucción del hombre es por el propio hombre. Fuimos maravillosamente hechos y con capacidad de amar. Todo hemos nulificado. Pronto esta maravillosa tierra será destruida por las guerras que se avecinan.
Hemos cambiado el amor por el odio a nosotros mismos.
“You Were On My Mind,” bronce y vidrio, 2014 (Foto: Fondazione Berengo).
