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Llevo la marca de mis papás

El doctor Lidio Sánchez Vázquez fue mi papá. Nació el 3 de agosto de 1901 en Teloloapan. Hoy cumpliría 120 años. Cuando mi papá, en las noches, salía a visitar a sus enfermos con su maletín, su saco, corbata, sombrero y linterna –no había electricidad- yo me paraba en la puerta de la casa para esperarlo.

Cuando en la oscuridad aparecía la luz de la linterna, era el anuncio de su llegada. Mi papá caminaba lento, por eso sabía que él era. No me podía dormir si no me contaba un cuento.

Con mi papá discrepé, desde niño, en temas religiosos y otros. A pesar de eso, a mis ochenta y dos años cumplidos, me defino como producto de mi papá. Su congruencia, su autenticidad, su honestidad, su desapego a lo material, sus propósitos y metas han constituido los valores en los que he fincado mi existencia.

En aquel tiempo, no pensar como los otros, no coincidir en creencias con la mayoría, era peligroso. Yo recibía agresiones verbales. Mi papá me dijo: “Algunos no conciben la libertad para que cada quien busque su propio camino. Quieren que se siga la ruta que marca la mayoría. Que no se desvíen, que no duden. Muchos aceptan todo sin cuestionar. Actúan y creen lo que les dicen. Es muy cómodo ser así. Tú debes actuar de acuerdo a lo que crees. Debes ser congruente, auténtico”.

En 1960 participé en el movimiento para lograr la autonomía de la Universidad de Guerrero. El gobernador se negaba a concederla. Tuvimos que pedir la desaparición de poderes. Hubo un ataque armado de los soldados. Fallecieron veinte de los nuestros. Ante esta masacre, cayeron los poderes. Se concedió la autonomía. Mi papá me dijo: “Ustedes, los estudiantes, tuvieron un triunfo político”.

La consecuencia será la politización de la Universidad. La palabra autonomía, poco a poco, perderá su significado. En poco tiempo, ni siquiera, la podrán definir. Yo no lo veré. Tú sí. La Universidad que has soñado se empapará de politiquería. Cuando ustedes, los estudiantes de ahora, sean viejos, andarán rumiando decepción…”

Publiqué “Un Mexicano Más” en 1966. En una tarde lo leyó mi papá. Con el libro en la mano me dijo: “Presentas los problemas. No das soluciones.” ¿Las tienes tú? – le pregunté-. “Sí –me contestó-. El cambio de todo empieza por uno mismo. Entre tanta inmundicia debes ser limpio. La honestidad, la congruencia, la autenticidad son las características de quien se respeta y ama a sí mismo. Del individuo parte todo…”

Me he convencido de que el mandato: “Honrarás a tu padre y a tu madre es definitivo para decidir nuestra conducta. Pero he advertido que la conducta de los padres es factor de honra para los hijos. Son el prestigio de los apellidos y el de la familia los que marcan nuestra existencia. A todas partes, durante toda la vida, llevamos el sello de nuestro origen.

Yo llevo la marca de mis papás.
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