• Hay silencios que dicen mil palabras
• Arranques de campaña: de medio pelo
Por Jorge Valdez Reycen
Anunciar la desaparición de dependencias y hasta “Casa Guerrero” no sólo prendieron los focos rojos, sino alarmas inquietantes en la clase predominantemente media, la burocracia, que durante décadas ha mantenido la economía de la ciudad capital.
Félix Salgado Macedonio ha irrumpido –en el discurso de homologar las dependencias del sector central del Poder Ejecutivo guerrerense con la Federación— la calma de un sector económico que había sorteado con dificultad los vaivenes de gobiernos llamados de alternancia. Encendió, de súbito, alarmas y eso no es aconsejable para una campaña de proselitismo, ni de posicionamiento o, si lo quiere, legitimidad a su candidatura.
Se trata de un conglomerado de más de 40 mil trabajadores al servicio del estado, cuyos empleos ya se colocaron en la incertidumbre por un anuncio peligroso, no calculado ni matizado. Eso en cualquier campaña es veneno puro, pues rompe con la simpatía. Es decir: cómo van a ir con Félix aquellos que ya fueron condenados a perder su empleo, salario y la fuente de su ingreso, de por sí precario.
Austericidio, le han llamado los críticos de Morena a las medidas austeras y a someter a una entidad empobrecida, por décadas, a que se van a quedar sin chamba miles de burócratas. Pésimo mensaje.
La ausencia de un equipo de analistas, consultores, estrategas y operadores parece ser la recurrente realidad en las casas de campaña de los candidatos. Y en la de Félix es muy notoria.
La campaña de proselitismo del llamado “Toro” arrancó a medio gas, con ímpetu y voluntarismo, cobijado en la retórica presidencial del Obradorismo. Empero, Guerrero no es la CdMx, ni se cuentan con presupuestos holgados donde se diga subsisten despilfarros. Lo contrario: hay carencias, pobreza, hambruna, desempleo y niveles de desesperación por el estancamiento del COVID-19 y el cierre parcial en la principal generadora de riqueza: el turismo.
Escuchar a Zamacona y sus “Palabras Tristes” de “Los Yonic’s” o ver a Bertín Gómez y su “Capullito de Rosa”, claro que le llega a la gente. Sin duda. Y le llega a Félix, también. Lo que rompe la magia es el discurso disruptivo en un clima polarizado, que obliga a ser mesurado, prudente y conciliador. Pero es Félix, el reformador que se anuncia.
Otro aspecto que rodea la atmósfera morenista es el morbo que despierta en los asistentes. Hay voces cargadas con sectarismo y triunfalismo, como la del diputado Rubén Cayetano, que no abona a la construcción de la campaña. Sin embargo, la cargada con Félix es notoria, avasalladora.
Félix debe cuidar las formas, porque desfondar la costosísima gobernabilidad reconstruida desde el 2015, luego del traumático 2014, sería un retroceso. Para todo hay fases, etapas, movimientos calculados y acciones determinantes.
Ir despacio, sin prisa, ni mensajes llenos de incertidumbre, es lo que dicta la lógica. Claro que habrá voces festivas que alabarán y adularán en todo a Félix. Y eso es lo peligroso.
Guerrero tiene urgencia de verdaderos programas generadores de empleo, desarrollo, inversión, educación, seguridad, justicia, agricultura, turismo… y esa es la agenda real.
Los discursos de las campañas deben ser propuestas, no lugares comunes y recurrentes, ni ocurrencias. Lo que se observa es el mismo esquema repetitivo, de toda esa parafernalia electoral.
Veremos si hay cambios, porque la verdad, qué hueva!!
