PRIETITO EN EL ARROZ
Por Florencio Salazar Adame
No hay que caer en esas falsas celebraciones.
El comercio se las ingenia para tocar fibras, de las que tenemos más que un arpa.
Seremos duros corazón si no celebramos al papá, al compadre (¿y porqué no a la comadre?), y ahora al abuelo. Ese es el mensaje.
Cerremos la puerta a esos vendedores de sentimientos de celofán. En la familia suele haber problemas pero nos liga el amor
por nuestra pertenencia.
La vida se vive. Es decir, disfrutamos y padecemos a los hijos, a los nietos, a las nueras, a los yernos. Ellos también nos padecen y nos disfrutan.
¿Y si hablamos más seguido con los nuestros y nos reunimos por el gusto de vernos?
Además, estoy viejo -72 años-, ya voy de bajada pero tengo proyectos. La vida sin proyectos es un libro mal escrito.
Me encanta que mis nietas y el único bisnieto me digan abuelo. Pero repudio “el día del abuelo” solo para sacar un dinero que necesitamos, y porque tampoco me place que dedican una fecha para recordarme, recordarnos, que ya estamos viejos.
Viejo el mar…
