Nació en 1918 y murió hoy, pero donde quiera que se recuerde la lucha por la autonomía de la universidad en Guerrero su nombre será citado, de su aportación para la construcción de la democracia en México; su congruencia en la búsqueda de una sociedad menos polarizada, probablemente así no morirá nunca.
Pablo Sandoval Cruz es médico, pero más fue la esencia de lo que todo político profesional debe aspirar a ser.
No he conocido a nadie que asumiera con tanto compromiso la lucha contra el mal gobierno, para intentar acabar con el hambre de muchas personas en situación de miseria.
En la víspera de la navidad del 2013 mi padre Andrés Campuzano Baylón, organizó un encuentro intimo para celebrar su trayectoria periodística y el aniversario de su otro hijo, El Reportero.
Me pide le ayude con la logística. Estamos tomando café en el centro de Chilpancingo de pronto suelta la pluma con la que escribía los números telefónicos de algunos invitados y el contacto de la entrevista que haría ese día: “¡Nos va a acompañar un invitado de lujo! ¿Eh, hijo? ¡También, acuérdate que no se equivoca el que anota!
“Sí papá”, dije y me fui a cumplir mi encomienda.
Días después, en el festejo me pidió que grabara algunos fragmentos de este, no acaba de terminar la siguiente petición cuando llegó el invitado especial: -Don Pablo, gracias por venir.
― ¡Me halaga que me hayas invitado Andrés, eres mi amigo!
Lo vi sereno, lúcido, de breve talla, sumamente delgado, sin embargo, con mucha energía y una gran capacidad para recordar sucesos. Mi padre le pide que de un discurso y aceptó:
― Eran los tiempos de Luis Echeverría y en el estado de Israel Nogueda como gobernador. Apareció en el periódico El Reportero una excelente nota y si se llega a publicar mi libro sobre la Universidad Autónoma de Guerrero, ya lo terminé, pero ahora viene lo más difícil: costearlo. Agregó, y comenzó su relato: ―Eran tiempos muy duros de la Guerra Sucia en Guerrero. ¡Muchos muertos, muchos levantados, muchos desaparecidos, sobre todo universitarios! Nos habían disminuido el subsidio universitario.
El camión en el que viajaba el entonces mandatario pasaba a la altura de la Diana cazadora en Acapulco, iba con todo su equipo de trabajo y Pablo -Sandoval Ramírez-, mi hijo, fue uno de los actores principales en ese hecho junto con Zamora, Rafael Trejo, muchos, muchísimos universitarios de Acapulco que se le pararon enfrente al camión en donde venía don Luis Echeverría y se detuvo.
Pensaba Echeverría que lo estaban esperando para recibirlo con aplausos y entonces sacó la mano y dijo:
-Hola compañeros, aquí estamos en Acapulco para servirles.
Pablo Sandoval, mi hijo, pidió que aumentara el subsidio a la universidad, que ya no hubiera más muertos, más desaparecidos en Guerrero.
Echeverría cuestionó por qué decía eso, recuerda don Pablo.
Sí hubo respuesta: -Aquí viene el principal responsable de esos hechos que le estoy narrando, Israel Nogueda es un mal gobernante, es un asesino -y ahí estaba él junto a Echeverría-, el presidente ordenó: ―Prográmenlos para el jueves, voy a recibir a estos muchachos nos preguntó si se nos ofrecía otra cosa y el camión comenzó a caminar.
Mi hijo Pablo le pidió que se respetara la autonomía universitaria, que no haya más violaciones a su ley orgánica, que no haya más muertos ¡Es lo que queremos!
El camión sigue caminando.
El presidente no deja de mirarlo y vuelve a ordenar a su secretario:
– ¡Cancélenme la cita, ya no hay cita para estos revoltosos!
Sandoval Ramírez, reviró:
-Usted debe tener palabra de presidente, no de cualquier ciudadano. Nos ha dado una fecha y ahí estaremos porque la palabra del presidente debe cumplirse.
Ese día, recuerda don Pablo Sandoval Cruz, el presidente de la república inauguraría obras en el puerto y lamentó la servidumbre de algunos periodistas: -Al otro día salió en los periódicos “seudo estudiantes, sesudos maestros quisieron insultar al presidente”, y ya saben ustedes como le adornan. Ese hecho lo tengo muy grabado en mi corazón y con toda el alma le agradezco a mi amigo Andrés Campuzano que tuvo el valor de publicar lo que en verdad sucedió.
Insiste: ―En aquellos tiempos hablar mal del gobierno o de un presidente era casi iniciar el camino hacia un castigo mayor y Andrés Campuzano tuvo ese valor para publicar en El Reportero lo que aconteció en aquella época.
Me halaga el que me haya invitado. Que no ve ni la edad, ni la insignificancia de su servidor.
Concluyó y se quedó en el evento hasta el final.
Don Pablo Sandoval no lo dijo, pero mi padre sí me describió la forma en que una colérica energía le fue brotando al presidente, cómo le hastiaban las cosas de los jóvenes “los revoltosos”, como con desprecio les habló el presidente.
El médico, luchador social y político no se arredró. Ni él, ni sus hijos, ni sus compañeros de lucha. Fue la esencia del alma de la oposición en Guerrero; vio a sus hijos y nietos llegar al poder.
Vivió todo cuanto puede vivir un hombre de su condición. Su congruencia le acarreó la reverencia de la academia y de los políticos.
Describió el pasado sin amargura, refugiándose quizás en la esperanza del gozo de un futuro mejor.