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El campo, asunto de seguridad nacional

 

• AMLO promete que apoyará a sierreños

• La baja producción amapolera, distiende

 

Por Jorge Valdez Reycen

Durante tres días consecutivos el gobernador Héctor Astudillo Flores ha mantenido un intenso y abierto diálogo con los presidentes municipales de las regiones de Tierra Caliente, Montaña, Zona Norte y Centro para darle continuidad y seguimiento al programa de Fertilizante gratuito para casi 400 mil productores del campo.

Es en ese rubro donde descansa, en gran medida, la seguridad nacional, al generar ingresos en las familias de los campesinos que por cuarto año ininterrumpido reciben el apoyo del fertilizante para sus tierras.

Se dice fácil, pero se trata de un esfuerzo bien intencionado porque “el programa es noble, genera ingresos y reparte la riqueza que se obtiene de las cosechas de granos básicos. El campo, hay que recordarlo, es uno de los 5 ejes programáticos del Plan Estatal de Desarrollo 2015-2021 del gobierno de Héctor Astudillo y éste se cumple a cabalidad.

Ahora con la variante de que se obsequiará semilla mejorada por cada hectárea a los campesinos, de tal suerte que habrá mejoría en la producción agrícola para este ciclo primavera-verano 2019.
Mención primordial es que el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador distinguió a Guerrero como único estado al que subsidiará con el fertilizante gratuito, por la gestión directa de Héctor Astudillo. Y el propio AMLO ha prometido apoyos para quienes en la sierra han optado por la producción ilícita de cultivos de amapola y los precios se han derrumbado.

Este fenómeno, podría tener tres lecturas y hasta recordar que un alto prelado de la iglesia católica, el obispo Salvador Rangel Mendoza ha sido insistente en llamar la atención a los tres órdenes de gobierno de generar fuentes de ingreso y mejorar la atención de salud, educación y seguridad en localidades que han sido víctimas del fenómeno de la disputa del trasiego, cultivo y siembra del opiáceo.

La baja del precio de la goma de opio cimbró a todos los que durante lustros habían vivido soterradamente en una economía clandestina, oculta, cuya riqueza creó un impacto de burbuja. La desesperación y angustia generó reacciones violentas y familias tuvieron que huir para salvar la vida y adquirir un estatus de desplazados. Y entonces esa merma necesariamente obligó a la distensión de reyertas intergrupales y a darse una tregua para advertir cómo vendrán las cosas.


Monseñor Rangel Mendoza lo dijo hace año y medio: se ha satanizado a los pueblos amapoleros. Los han olvidado todos los gobiernos, por lo que deben voltear los ojos hacia ellos por justicia social.

Su voz rompió protocolos, escandalizó y hasta encendió un debate sobre el papel del obispo en su fe religiosa involucrándose en asuntos de narcos. Las cosas han tomado su justa realidad y se han serenado ánimos beligerantes, que en nada abonaban a la solución de un grave problema.

Lo que sucedía en la sierra no podría reeditarse en otras regiones, por lo que era menester e imperativo implementar mecanismos de subsidio a campesinos para que no abandonasen sus cultivos tradicionales. Dejarlos a merced de tentaciones, seducciones y luego prisioneros del narco hubiera sido el peor de los errores. De ahí, precisamente, es donde se parte el concepto de que el campo es asunto de seguridad nacional.

La otra lectura, la de legislar para regular los cultivos de la amapola y mariguana con fines medicinales seguirá siendo la asignatura pendiente.

En Estados Unidos de Norteamérica han legalizado el uso recreativo del cannabis, pero han sido atrapados por estupefacientes sintéticos más adictivos y feroces. Y esa es la causa del desplome de los precios en producción del opiáceo. Ya no trafican goma de opio o heroína… sino mariguana y cristal.

Habrá un día que la sierra produzca los mejores duraznos, melocotones y aguacates para exportarlos donde hoy es el primer mercado del mundo en el consumo de drogas.

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