Guerrero

¡FUE EL EJÉRCITO! LOS DÍAS DE AYOTZINAPA


POR ANDRÉS CAMPUZANO

La herida sigue abierta. Aunado el contexto de violencia que mediáticamente reventó en el 2006 en Guerrero y que hasta la fecha sigue ubicando a Acapulco y Chilpancingo en los primeros lugares de inseguridad y violencia de México y del mundo, lo acontecido en Iguala en el 2014 es un caso que ejemplifica el nivel de impunidad en nuestro país y que sacudió al orbe.

Recientemente la plataforma Netflix estrenó la serie documental Los días de Ayotzinapa, con dos episodios en los que se desarma la verdad histórica que la administración federal pasada propagó como la única cierta, una que se había nutrido con la investigación oficial.

 En esta reconstrucción basada en los testimonios de estudiantes sobrevivientes, periodistas, expertos internacionacionales forenses y el grupo de investigación interdisciplinario se descompone la versión oficial sobre lo acontecido en Iguala el 26 y 27 de septiembre del 2014.

Paco Ignacio Taibo II –y sus cigarros- conduce el documental, realiza entrevistas a periodistas y sobrevivientes de aquella noche de horror. La edición de los episodios trata de explicar la secuencia de la tragedia, de cómo sucedieron las cosas para que no se pierdan los detalles.

Retoma el estigma y la manera despectiva en que se refieren a los estudiantes normalistas como ´ayotzinapos´; no todas las teorías son desdeñadas, se retoma en la serie que uno de los camiones iba cargado de heroína y por eso la intensidad del ataque hacia los estudiantes. Se hace énfasis en que desde el inicio de los ataques están involucrados todos los niveles de las fuerzas de seguridad.

Hay un sesgo –o varios- en la serie pues se intenta descargar la complicidad y responsabilidad del entonces alcalde de Iguala, José Luis Abarca y su esposa María de los Ángeles Pineda, actualmente encarcelados, ¿un alcalde tiene esos alcances? Con esa pregunta como eje principal se intenta derrumbar la versión oficial de que el alcalde coordinó la agresión hacia los estudiantes para evitar que interrumpieran un evento de su esposa; pero, no se menciona la llamada telefónica que fue –intervenida- dada a conocer en el programa Punto de Partida conducido por la periodista Denise Maerker, entre el entonces secretario general de Gobierno Jesús Martínez Garnelo y  José Luis Abarca, en el que el alcalde afirma que no tiene ningún reporte de su jefe de la policía sobre una balacera, él estaba casi dormido.

Su solicitud de licencia y su posterior escape dan al traste. Actitudes que una persona libre de toda culpa no realizaría.

¿Sospechoso?

Sí, debido a la participación de policías municipales en los ataques.

Otro sesgo. No hay entrevistas con ex funcionarios debido a que se negaron a la petición de los realizadores, eso admitió uno de los encargados de la producción de la serie. Y un buen documental se nutre de las dos versiones para que el espectador pueda llegar a las reflexiones y conclusiones sin necesidad de un adoctrinamiento.

Los estudiantes normalistas siguieron una tradición de otras generaciones que les antecedieron: buscaron secuestrar autobuses para viajar a la capital del país y participar en la marcha por la matanza de estudiantes de 1968. Sin embargo, fueron atacados a balazos, otros desaparecidos y también fue atacado un autobús en donde se trasladaba el equipo de futbol los Avispones en el que murieron más personas.

Todos inocentes.

¿Todos? Otra hipótesis surgida desde el gobierno  es que algunos líderes de la escuela sí sabían del trasiego de droga en los autobuses, incluso en esos días se señaló al director de la normal rural de operar a favor de un grupo criminal. Pero, esa acusación no encontró eco.

“Vivos se los llevaron. Vivos los queremos”, es el principal reclamo desde aquel año. La escalada de movilizaciones violentas, la quema de edificios y vehículos públicos, hacer marchar a infiltrados descalzos en las movilizaciones; vandalizar vehículos de autoridades como el caso del alcalde Luis Walton y del rector Javier Saldaña –y muchos más-, la posible desaparición de poderes en Guerrero, la caída del gobernador Ángel Aguirre, el riesgo de no realizar la elección en el 2015 explican el punto más álgido del reclamo por saber del paradero de los jóvenes secuestrados.

La serie de Netflix es un resumen cronológico de lo sucedido. Refleja las irregularidades y cortinas de humo sobre el caso, pero también es justo ubicarlo como una mirada parcial de los hechos. Sobre todo, porque al contar la historia se intenta guiar al espectador a creer que los militares fueron actores principales esa fatídica noche y madrugada.

Un bulo. Todavía recuerdo aquella madrugada, mi padre me habló para alertarme de lo ocurrido y que diera un puntual seguimiento al flujo de la información. Se enteró muy pronto mi padre por sus contactos que todo apuntaba a que los camiones llevaban droga, lo que jamás creímos fue esa versión de que los jóvenes habían sido quemados en el basurero. Un verdadero bulo, no se puede creer eso; lamentablemente me ha tocado esperar servicios crematorios de familiares y créanme que no es rápido, ni simple y ese punto de inflexión es vital y ahí recae la sospecha y acusación del elenco de la serie al apuntar hacia el ejército.

Específicamente el batallón ubicado en Iguala.

Y se indica que fue así, no por orden del comandante supremo de las fuerzas armadas, sino del líder criminal que pidió rescatar su cargamento de droga y castigar a los que perpetraron tal afrenta.

De ser cierto cobraría especial relevancia debido a las declaraciones del presidente Andrés Manuel López Obrador el pasado 7 de febrero, al ofrecer protección y facilidades legales a quien proporcione información sobre el paradero de los estudiantes.

“Que iniciemos conociendo la verdad, una etapa nueva en Iguala, Guerrero y todo México”, subrayó el presidente.

No obstante, de comprobarse que el ejército no fue responsable, los que lo sean tienen un poder que les garantizó impunidad todo este tiempo; un poder que rebasa al Estado.

Alguien se ríe desde la clandestinidad.

Esta serie es un espectáculo visual con toma aérea de la ciudad, efectos visuales que ayudan a explicar la tragedia, la recopilación del archivo periodístico local e internacional. Una producción como nos ha acostumbrado Netflix: con calidad; falta abrir el espectro en otros episodios para tener un punto neutral pues especular en un caso como el que retoma aleja cualquier atisbo de profesionalismo.

Palabras clave: Violencia, lucha, crimen, odio, desaparición, tortura, impunidad, poder, ¡Esperanza!

La desaparición de los jóvenes estudiantes es un tema polémico, uno que polarizó a la sociedad mexicana al principio pero que revive el reclamo de paz en un país convulsionado por las ejecuciones diarias y la inseguridad.

Otro episodio negro en la historia de México.

Uno que supera a la ficción en el catálogo de Netflix.

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