Hace muchos años había un dicho que, en estos tiempos, sigue siendo más certero. Decían “Mata más la receta que la escopeta”.
Se refería a las medicinas de patente.
En los años cuarenta, cincuenta y, todavía en los años sesenta, había pocos médicos. Se recurría mucho a la medicina natural. Había curanderos que conocían el poder de las plantas. Eran efectivas. Las enfermedades no eran tantas como hoy. Los enfermos se encamaban en sus casas. Hasta ellos llegaba el yerbero. También los partos eran en las casas. Había mujeres que sabían atender a las parturientas. No había cesáreas.
Ahora hay muchos médicos, muchas farmacias y muchos hospitales. La medicina herbolaria ha sido marginada y la medicina de patente es la que predomina. Los médicos recetan pastillas, cápsulas, inyecciones y, en muchísimos casos, “operaciones urgentes”. Curarse cuesta mucho dinero. El consumo de medicinas provoca, en muchísimos casos, otras enfermedades y los afectados siguen comprando medicinas, a veces, de por vida.
La enfermedad es el resultado de nuestra forma de vivir. La alimentación es básica, pero, también, nuestros pensamientos. Los pensamientos negativos afectan a nuestro cuerpo físico. Si tenemos prisas, si estamos con estrés permanente, si no dormimos lo suficiente, si odiamos, si vivimos en conflicto con nuestra pareja, si vivimos angustiados por nuestros hijos, si tenemos miedo e insatisfacciones, si somos sedentarios… seremos enfermizos y la muerte nos llegará pronto. No se puede tener larga vida y salud si somos infelices. La felicidad, la alegría, el amor son básicos para vivir sanos. Trabajar en lo que nos gusta es, también, base de salud. Los médicos te piden análisis de esto y del otro, te recetan todo. Nunca te preguntan cómo vives, qué comes. Nunca te recomiendan ejercicio ni buen humor. Ellos recetan y ya.
“Mata más la receta que la escopeta”. Está verdad es vigente ahora más que nunca.
Se dice que la ciencia Médica ha avanzado muchísimo. También han aparecido enfermedades que no había. Estas enfermedades son producto de la forma en que hoy vivimos. Otras son el producto de la forma en que hoy nos “curamos”.
El amor a nosotros mismos, debe impulsarnos a cambiar hábitos, costumbres y formas de ser. Tenemos la obligación de ser sanos.
