Nadie puede tener autoridad sobre nadie si no tiene autoridad moral. La autoridad civil puede otorgarla el voto. La autoridad moral se la otorga uno mismo. Son la conducta, los valores, la forma de ser y de hacer, el vocabulario, la forma de vivir.
En mayoría -no todos- los políticos carecen de autoridad moral. No son congruentes con lo que dicen. Hablan de honestidad, de verdad, de cumplimiento, de austeridad. Sus palabras se nulifican por sus hechos, por su forma de vida y por la carencia de valores. Cuando alguien es definido como político se le atribuyen la rapiña, la mentira, el incumplimiento y, en estos tiempos, hasta nexos con la delincuencia.
Vuelvo a decir: no todos.
La política debe de ser la más limpia y honesta de las actividades del ser humano. Ser político por definición, es estar entregado al servicio público. Es servir. Es impulsar y coordinar el trabajo personal, familiar y de la comunidad para el desarrollo. Es dar de sí para mejorar condiciones sociales, ambientales y hasta naturales. Podemos ser políticos sin pertenecer a ningún partido, sin ser candidatos, sin aspirar a puestos públicos. La política es la actividad de servicio.
El termino político se ha degenerado. Ahora llamamos políticos a los que desean tener puestos públicos y, por supuesto, vivir del erario con altísimos salarios y con propósito de escalar a mejores puestos.
Para eso buscan votos. Lo logran a través de promesas, de dádivas, de saludos populacheros y discursos huecos. La mayoría de votos les otorga autoridad civil sin tomar en cuenta su autoridad moral.
Yo viví, en mi juventud, en pueblos indígenas. Eran pueblos pequeños donde todos se conocían. Los que ya habían sido comisarios formaban “el cuerpo de principales”. Ya tenían la experiencia de haber gobernado su pueblo. Ellos elegían al próximo comisario o ellos proponían a los candidatos. Analizaban la forma de vida del propuesto, la conducta de su esposa, el servicio que había hecho por la comunidad y la conducta de sus hijos. Esto era muy importante porque, decían, el que no puede gobernar su casa no puede gobernar su pueblo. Es decir: elegían a quien tenía autoridad moral.
Las palabras son básicas. El que habla y no es congruente con lo que dice no tiene autoridad moral. Hay muchos disque líderes espirituales cuyas vidas contradicen lo que predican.
México acaba de elegir a su nuevo gobierno. Nadie analizó la autoridad moral de los candidatos. Muchísimos ya tienen autoridad civil. Muchísimos no tienen, ni tendrán autoridad moral. Afortunadamente, algunos sí.