Por Crisóforo Ibáñez Morales
La decisión de los diputados de Morena en Guerrero de rechazar la condonación de impuestos para los damnificados del #HuracánOtis no solo es un golpe bajo para la industria turística de Acapulco, sino que también revela una desconexión alarmante con las necesidades de sus representados. Este rechazo no vino acompañado de alternativas o adiciones que beneficiaran al sector más golpeado por la catástrofe. La falta de empatía es preocupante, especialmente considerando que los ocho diputados morenistas son originarios del puerto de Acapulco, donde se esperaría una postura más solidaria.
En un momento en que la solidaridad y el apoyo activo son fundamentales para la reconstrucción y la recuperación económica, este tipo de acciones políticas generan un eco de desilusión entre los ciudadanos. La ayuda no es solo cuestión de asistencia inmediata; es también una inversión en la estabilidad y el futuro de la región. ¿Acaso el deber de representar a los ciudadanos ha sido suplantado por una obediencia ciega a la línea del partido o a intereses ajenos a los de la comunidad?
La respuesta parece ser un sí retumbante. El deber de cualquier representante es servir como la voz de su gente, luchando por sus necesidades y bienestar. Pero, ¿qué sucede cuando esa voz se silencia o se ignora? La población queda en un limbo, enfrentando las consecuencias de una representación fallida.
La industria turística, vital para Acapulco y las zonas afectadas, merece una consideración especial en tiempos de crisis. La falta de medidas de apoyo, como la condonación de impuestos, no solo afecta a las empresas, sino también a los trabajadores y sus familias que dependen de esta industria para su subsistencia. Es hora de exigir a los diputados que reconsideren su postura, que cumplan con su deber y que actúen en el mejor interés de los ciudadanos que representan.