El viernes pasado, 29 de abril, estuve en Acapulco en un solemne acto realizado en el hotel Hotsson Smart. Todos vestían con formalidad -¡Hasta yo!-. La mayoría de los asistentes eran extranjeros. Yo estaba allí porque la Organización de las Américas para la Excelencia Educativa me otorgó la nominación de Embajador de la Paz en México. Esta honrosa distinción la hicieron porque Un Mexicano Más ha influido en la Educación en América Latina. –Eso dijeron-. Después de entregarme banda y medalla hablé. Quiero compartirles algo de lo que dije:
“Nací en 1938. Mi generación, en mayoría, pertenecía a hogares sólidos con papá y mamá como eje y guías. Padres y maestros ejercían férrea disciplina empapada de amor. La escuela era otro hogar. En la sociedad había amabilidad, respeto y paz. Conocíamos las historias de nuestra familia y de nuestro terruño. Estas historias comunes era fuerte lazo de unión. La palabra PAISANO nos provocaba identidad y nos impulsaba a honrar con nuestra conducta a nuestro lugar de nacimiento.
Los valores que padres y maestros nos inculcaron fueron: amor, paz, verdad, autenticidad, honestidad y sencillez. Muchos de mi generación han vivido con esos valores. No abandonarlos ha sido decisión personal. Digo decisión personal porque la sociedad está constituida por individuos. No podemos hablar de transformación social si no hay transformación individual en cada uno de los miembros de esa sociedad. No hay cambio en las masas, en las multitudes. El cambio verdadero se da en la mente y en el corazón de cada uno de nosotros. La educación para el cambio es la educación individual.
También la paz. Debemos tener paz interna en cada uno de nosotros. La tranquilidad y la armonía de cada individuo es el cimiento de la paz social.
La salud y la felicidad también son producto de los pensamientos, propósitos y formas de ser y de hacer de cada uno. La salud y la felicidad deben ser obligación de cada persona. Nadie puede entregarnos salud y felicidad. Son valores que se deben adquirir por voluntad y decisión personal.
He recibido el honor de ser Embajador de la Paz en México. Agradezco a la Organización de las Américas para la Excelencia Educativa esta inmerecida distinción. Ejerceré este título con dignidad, eficacia y alegría”.
