Por Juan Sánchez Andraka
Ignacio Manuel Altamirano Basilio no se llamaba Manuel. En base a su acta de bautizo no nació el 13 de noviembre. No hablaba náhuatl. Su segundo apellido no era Basilio.
Sus padres fueron Francisco Altamirano y Juana Gertrudis Basilio. El acta de bautizo de su madre dice así: “Yo don José Antonio de León bauticé solemnemente a Juana Gertrudis María de los Santos Mártires de horas de nacida hija de padre no conocido…” ¿De dónde adquiere Juana Gertrudis el apellido Basilio? Fue el matrimonio de Juan Basilio y María Guadalupe Bello quienes criaron y formaron a Juana Gertrudis. Le dieron su apellido. Eran españoles. Su apellido verdadero –“hija de padre desconocido”- nadie lo supo.
Ese padre desconocido fue un indio de raza pura, afirma el investigador Melchor García Reynoso. De allí los rasgos físicos de Ignacio Manuel Altamirano.
El nacimiento y bautizo de Ignacio Homobono Serapio están asentados en el libro de bautizos de la Iglesia de San Martín Tixtla que abarca de 1834 a 1838. Esta acta está, digamos, encajada entre otras, como metida a fuerzas. Allí dice que Ignacio Homobono Serapio, segundo hijo de Francisco Altamirano y Juana Gertrudis Basilio, fue bautizado el 13 de diciembre de 1834, de un día de nacido. Es decir, nació el 12 de diciembre.
Es sospechosa la veracidad de esta fecha por la anómala ubicación del acta en el libro. En aquellos tiempos los errores eran frecuentes.
Ignacio Manuel Altamirano escribió en sus “Páginas Intimas” el 13 de noviembre de 1870: “Hoy cumplo 36 años, Es agradable llegar a esta edad sin tener tras qué caerse…” El afirmaba haber nacido el 13 de noviembre. El padrino de bautizo fue Manuel Dimas Rodríguez. Seguramente de él adoptó el nombre de Manuel.
El 22 de mayo de 1869 escribió en sus “Páginas Intimas” “…He abandonado el mexicano que tan útil me sería en mis estudios de la historia de México y que tenía empeño en enseñarme el profesor Galicia…”
El papá, Francisco Altamirano, era mestizo. Los padres adoptivos de Juana Gertrudis eran españoles. No se habló náhuatl en el hogar paterno. Ignacio Manuel Altamirano en su relato “La Semana Santa en Tixtla” Se refiere a los indígenas de su tierra en tercera persona.
Fue el maestro e investigador Melchor García Reynoso quien dedicó los últimos años de su vida a escudriñar los documentos parroquiales de la familia Altamirano. En esos tiempos solamente los registros de la iglesia católica existían. Melchor García Reynoso nos dejó un valiosísimo legado histórico.