Por Enrique Caballero Peraza
La vida de los muertos perdura en la memoria de los vivos.
Marco Tulio Cicerón
Recuerdos
Recuerdos presionados entre las páginas de mi mente
Recuerdos, endulzados a través de los tiempos como el vino
Pensamientos tranquilos vienen flotando
Y posarse suavemente en el suelo
Como hojas doradas de otoño alrededor de mis pies
Las toqué y estallaron con dulces recuerdos,
Dulces memorias
Recuerdos presionados entre las páginas de mi mente
Recuerdos, endulzados a través de los tiempos como el vino,
Recuerdos, recuerdos, dulces recuerdos…
Mac Davis/Billy Strange
Aquí estoy amigo, cumpliendo lo pactado. Te saliste con la tuya, escribiré sobre ti.
I
En una de las múltiples comidas que se realizaban en mi casa, las cuales eran acompañadas de una botella de vino tinto (Merlot o Cabernet Sauvignon, dependiendo de quien la comprara, aunque llegamos a coincidir cuando fuimos a comprarla juntos en un Malbec o un Pinot Noir), Octavio y yo descubrimos las múltiples coincidencias en nuestras vidas. Nuestro padre le llevaba una considerable edad a nuestra madre, éramos lectores omnívoros y compulsivos, jugadores de ajedrez, él había empezado a estudiar Medicina y después había concluido sus estudios como Economista, yo estudié Medicina y finalmente terminé estudiando Ciencia Política. Fuimos candidatos a presidente municipal de nuestros respectivos municipios en el mismo año (1996), cada quien por su partido y así como las anteriores, varias coincidencias, incluso de nuestra vida personal.
Una tarde, después de haber comentado estas curiosas similitudes, se dio la siguiente plática:
― ¿De qué mes eres, Octavio? ―Le pregunté.
―Nací en octubre ―respondió de inmediato.
―No me digas que el 27.
―Exactamente, el día en que se celebra la erección del estado.
Ahí estaba la explicación. Octavio y yo éramos gemelos astrales. Teníamos una broma particular, decíamos que el estado celebraba su erección el 27 de octubre y que nosotros queríamos seguir celebrando nuestras respectivas erecciones, mientras esto fuera posible y lo más frecuente que fuera posible.
Ese día sellamos el acuerdo, el que sobreviviera al otro escribiría sobre el que hubiera partido. Le dije que yo quería entonces morir primero, porque de esta manera tendría un espacio dentro de la futura 2ª. Parte de su obra: Perfiles. El malvado dijo que ya veríamos quien ganaba la apuesta y aquí me tienen ahora, cumpliendo el compromiso.
¿Quién era Octavio? ¿Cómo podemos definirlo? ¿Economista? ¿Granjero? ¿Ajedrecista? ¿Analista político? ¿Hombre decente? ¿Padre de familia? ¿Político? ¿Escritor? ¿Catedrático? ¿Ensayista? ¿Escritor? Es claro que Octavio era todo eso y más. Octavio era un amigo. A quien que podías recurrir en momentos de apremio y que siempre tenía para ti un apoyo, unas palabras de consuelo, una broma para hacerte sentir mejor.
Es complicado tratar de encuadrar a Octavio en una sola actividad, durante los 65 años que tuvo de vida, se desarrolló exitosamente en varias áreas, un polímata, un hombre del renacimiento, nacido en Coyuca de Benítez, hijo del padre al que idealizó y de la madre que fue su verdadero soporte, como queda de manifiesto en su libro: “La noche de los Lagartos”.
Tuve la fortuna de coincidir con Octavio en el programa de Radio y Televisión de Guerrero, llamado “Café de Nadie”. Ahí pude constatar su vivacidad, su agudeza intelectual, su generosidad, su sapiencia.
II
En uno de los primeros programas que grabamos, en agosto de 2011, hablaba sobre el “juego frívolo” (frase acuñada por Muñoz Ledo en 1976), sobre el proceso electoral de 2012. Durante los programas, que afortunadamente se encuentran algunos grabados en YouTube, podemos volver a conocer sus posturas e ideas.
Octavio me llegó a platicar sobre sus amores, los que marcaron su vida y también sobre las aventuras pasajeras, producto de un guiño y un coqueteo, caminando en el centro de la ciudad de Acapulco. Había un tema que le inquietaba, la seguridad de Carlomagno, el hijo que reconoció como propio, simple y sencillamente, porque era un niño desvalido. Él sabía que Tavo, su hijo mayor, lo cuidaría, tengo entendido que dejó preparado todo legalmente, para que esto pudiera darse sin mayor problema.
Hablar sobre Octavio, es hablar sobre la lucha social, sobre la ideología de izquierda cristalizada como movimiento armado o político. Un profundo conocedor de la historia de los movimientos sociales y por ello un acérrimo crítico de cuando en el ejercicio del gobierno, aquellos que llegaban a ocupar cargos, amparados bajo las siglas de los partidos de izquierda, se desviaban de los principios y la doctrina que los había llevado al poder.
Octavio era un enamorado del ajedrez, leía partidas (aprendió a escribir ajedrez en lenguaje descriptivo y después en notación algebraica). Además, fue premio nacional de Economía en dos ocasiones.
Como ajedrecista en su juventud, llegó a representar a México en la Unión Soviética, en las olimpiadas de ajedrez. Ahí se enfrentó en una ocasión contra Viswanathan Anand, siendo adolescente, (llegó a ser campeón de ajedrez en el 2000 a los 31 años). Ahí Octavio, logró imponerse en una partida, de una manera brillante, jugando las negras, que provocó, ante la inminente amenaza de coronar un peón, el abandono de las blancas. Anand inició con una apertura de peón de dama, a la que Octavio responde agresivamente con una defensa Nimzo-India, la cual, él recordaba de la siguiente manera:
1.d4 Cf6
2.c4 e6
3.Cc3 Ab4
4.f3 d5
5.a3 Axc3+
6.bxc3 c5
7.cxd5 exd5
8.e3 c4
9.Ce2 Cc6
10.g4 Rg8
11.Ag2 Ca5
12.Rg1 Cb3
13.Ta2 b5
14.Cg3 a5
15.g5 Ce8
16.e4 Cxc1
17.Dxc1 Ta6
18.e5 Cc7
19.f4 b4
20.f5 b3
21.Df4 f6
22.g6 Ce8
23.Dh6 b2
Blancas abandonan, dado que sí:
24.Tf4 b1=D+
25.Cf1 De1
Y ya todo está perdido.
¿Habrá sido esa la partida? No lo sé. No me importa realmente, era la partida que estaba en la mente de Octavio, así la reproducimos, y finalmente, la que en todo caso le hubiera gustado jugar. Así que lo demás es irrelevante.
III
La amistad y hermandad que se dio entre Octavio y yo, se intensificó a lo largo de los años. Teníamos tanto de que hablar: política, ajedrez, literatura. Teníamos muchas lecturas en común. A veces rechazaba mis recomendaciones sobre novelistas contemporáneos, me decía proféticamente:
―Es que no tengo mucho tiempo, Enrique.
Y regresaba a releer a García Márquez a Dostoievsky y a Tolstoi.
Con Octavio me quedó claro que los hermanos que te dan tus padres, pueden o no convertirse en tus amigos, pero que los verdaderos hermanos del alma, esos te los da la vida, recordemos a Calderón de la Barca:
Es parentesco sin sangre, una amistad verdadera.
También podemos citar con los mismos fines al escritor Miguel de Unamuno:
Cada nuevo amigo que ganamos en la carrera de la vida nos perfecciona y enriquece, más aún por lo que de nosotros mismos nos descubre, que por lo que de él mismo nos da.
IV
Como escritor, tuve la fortuna de ser su editor. Octavio se sorprendía de la cantidad de errores que podíamos encontrar en una revisión. Y era un feroz crítico con los nuevos errores que se cometían al subsanar los primeros. Su estilo personal era siempre cargado de pasión, era sublime cuando se sumergía en la microhistoria y nos dejaba el sabor de las vivencias personales de los personajes que habían dejado algún tipo de huella en su vida. Muchos de estos escritos fueron escritos a “vuelapluma”, en el preciso momento de la pérdida. Como ahora mismo escribo estas líneas.
En los textos de Octavio coinciden la magia del entorno, el análisis preciso y sin contemplaciones, el conocimiento exhaustivo de la realidad, una amplia cultura universal y un estilo impecable de redacción, pulido por los años de la trayectoria de un hombre íntegro.
¿Qué podemos hacer como homenaje a Octavio?
La respuesta es simple.
Hay que leerlo, durante la lectura de sus textos, conocerán sin remedio uno de los perfiles más importantes, el del autor. Ahí se asoma, en cada una de sus ideas que nos presenta con una prosa directa, amena y con ese estilo particular y reconocible que le da su formación académica, su ideología y sus vivencias.
Perfiles que fue su primera obra, es mágica. Una concatenación que podría parecer absurda de personajes disímbolos, se entremezclan y le dan sentido a lo que fue precisamente, a través de las muertes de quienes escribe, la vida de Octavio Navarrete.
Monografía de Coyuca de Benítez, es el mejor legado que pudo haber dejado al municipio de Coyuca de Benítez. Una crónica clara, magistralmente bien escrita.
La noche de los lagartos, es su obra cumbre, su novela a la que le tenía tanto cariño. Un libro que para mi gusto son dos libros, su historia personal y la vida de su madre y después su denuncia sobre la guerra sucia.
Lamento mucho ya no tener material nuevo que leer de mi amigo. Ojalá podamos rescatar lo que estaba preparando últimamente.
V
CORREO CHUAN
En esta ocasión, el correo chuan trae noticias tristes, un intelectual que se va en el silencio y en la austeridad en que vivió, que nos deja un legado de honradez y disciplina, un amigo que extrañaremos y al cual nunca olvidaremos.
Zapata 21, siempre seguirá siendo para mí (también), una dirección de bellos recuerdos.
Enrique Caballero Peraza.