
• “El que manda, soy yo”: Rubén Figueroa
• Un secretario le había objetado una obra
Por Jorge Valdez
El “Tigre” de Huitzuco, así le gustaba le dijeran sus amigos, y sus no muy amigos, al gobernador Rubén Figueroa Figueroa.
De voz aguda, hablar pausado, sin gritar, pero muy enérgico, el ingeniero Figueroa gustaba gastar bromas muy pesadas, tanto que llegaban a creerse.
Un secretario de Estado del gabinete presidencial de Luis Echeverría Álvarez, de la Secretaría de Obras Públicas (SOP), había llegado a firmar los llamados Convenios Únicos de Desarrollo con el titular del Ejecutivo guerrerense, pero en el transcurso de los discursos se planteó la construcción de una obra hidráulica.
El secretario se opuso categórico, determinado a decirle que NO al gobernador Figueroa Figueroa.
Nunca debió haberlo hecho.
Figueroa tomó el micrófono y comenzó a hablar. “Mire usted, señor secretario. Aquí en Guerrero el que manda soy yo. Y si le digo que a mis paisanos les urge la construcción de esta obra hidráulica, usted tiene la obligación de responderle en tiempo y forma”, comenzó más o menos así.
Luego fue subiendo de tono:
“En Guerrero se están haciendo muchas obras sociales, necesarias, urgentes… Y no va usted a venir a decir aquí que NO se puede. Le recuerdo que usted es un gato del Señor Presidente y el que le habla es el gobernador del estado y espero haga esa obra a la mayor brevedad posible. Hoy mismo le estaré hablando al Señor Presidente de lo que acabamos de hablar usted y yo”, le dijo Figuroa a un ministro pálido, nervioso, con el rostro descompuesto, rojo… en extremo.
Jamás le habían dicho en público a un Secretario de Estado que era un “gato del presidente”.
Figueroa era así, franco, abierto, impulsivo y bravucón. Cuando el presidente LEA escuchó la versión de su secretario de Obras Públicas, soltó tremenda carcajada. “Haz lo que pide, no te preocupes ya hablaré con él”.
Luego habló en estos términos: “Señor gobernador. He instruido al señor secretario para que haga lo conducente para hacer la obra hidráulica que tanto quieren los guerrerenses”. Don Luis Echeverría siempre muy correcto en su lenguaje y expresión, solo en privado sería aprehensivo en no maltratar a los integrantes del gabinete.
Con el presidente José López Portillo el trato fue más reservado, serio, sin llegar a lo adusto. Figueroa tuvo un desencuentro con JLP por la candidatura del PRI por Acapulco. “El gallo” del gobernador era Rogelio de la O Almazán, pero el presidente de la República miró con agrado a su exprofesor universitario Febronio Díaz Figueroa, quien era primo del gobernador y había sido su secretario particular. Eso enfrió la relación de RFF con el “preciso” y también se distanció de su primo.

“Pepe”, le decía Febronio al presidente López Portillo.

Rogelio de la O Almazán sería alcalde de Acapulco 20 años después, con Rubén Figueroa Alcocer, cuando el presidente Ernesto Zedillo Ponce de León se “amputó” el dedo y dijo “no más dedazos”.

Con EZPL también hubo una anécdota memorable, cuando Alberto López Rosas, diputado interrumpió al presidente de la República en una reunión de evaluación de daños por el huracán “Pauline”.
–Respete mi investidura!! –le exigió Zedillo a López Rosas.
