Guerrero

“Gobernador, ¿usted lee El Sol de Acapulco? ; ¡Ya no!: José Francisco Ruiz Massieu

 

• El mítico “Teléfono Rojo” a 40 años con EL SOL

• La crítica a JFRM por el trato de servidumbre

• 20 mil ejemplares diarios vendidos, récord 1988

 

Por Jorge Valdez Reycen

A Lucila Peláez, con mi aprecio y amistad.

 

Ricardo del Valle del Peral tenía el teléfono rojo a su derecha del escritorio. Lo usaba para comunicarse con Don Mario Vázquez Raña. Luego utilizó el nombre para la columna que marcó época en la primera plana de El Sol de Acapulco, en las postrimerías de 1988.

Mi llegada a El Sol, fue a invitación de Ricardo del Valle. Un artículo de opinión de mi autoría, en primera plana, marcó mi debut en sus páginas. Era una crítica frontal, abierta, sin matices contra José Francisco Ruiz Massieu y su trato de servidumbre a la prensa. Me lo elogió Ricardo.

Don Enrique Díaz Clavel me había recomendado lo siguiente: “Busca a Ricardo del Valle, en El Sol de Acapulco. Son igualitos, tú y él. Te va a dar chamba”, me dijo.

JFRM había ordenado cerrar el vespertino “La Tarde!” en su primera época de 1988, por sangriento. Pero vendía 4 mil ejemplares en menos de tres horas.

A finales de ese año, ardía la Costa Grande por el conflicto postelectoral. Tomados y quemados los Ayuntamientos de Petatlán y Coyuca de Benítez. Lo mismo en Tecpan y Atoyac. Luego Cruz Grande y la caravana perredista, con Rosalío Wences Reza al frente, disuelta a balazos en el boulevard de Las Naciones, frente al Princess.

Meses aciagos, violentos, de una interminable vorágine contestataria del PRD, al que bautizó como “el partido de la violencia y la sangre”… y los perredistas respondían: “nosotros ponemos la sangre, el gobierno la violencia”.

Fueron años de un ejercicio periodístico en el filo de la navaja, ético a toda cabalidad, punzante, ácido y plural. Escribían Mauricio González de la Garza, Luis Manuel Torres, Evaristo Sotelo Brito, Eulalio Espinoza Marmolejo, entre otros.

En 1990 El Sol estaba en la cúspide de un diarismo con más de 20 mil ejemplares vendidos en la mayor parte del estado. Su circulación era arrolladora. La veracidad de su línea editorial era fiel reflejo de su aceptación, aunque el sector oficial disminuyó drásticamente su publicidad, la venta por circulación lo mantuvo.

Don Mario Vázquez Raña, presidente de la OEM, llegó un día a Acapulco y fue invitado a cenar por el gobernador. Ricardo del Valle asistió y en la sobremesa de esa cena, Ruiz Massieu se quejó con Don Mario del trato crítico del periódico hacia su gobierno.

–Dígame, gobernador, ¿usted lee El Sol de Acapulco? –le soltó don Mario a JFRM.

–¡Ya no! Dejé de leerlo por eso que le acabo de decir…

–Ricardo, por favor, le voy a encomendar que a partir de este día haga usted lo conducente para que el señor gobernador pueda leer nuestro diario. Estoy seguro que usted sabrá entender mis palabras.

–Si, Don Mario –respondió Del Valle del Peral.

Mi amigo y director-gerente estuvo quizá hasta 1991 al frente del periódico. Luego se fue a Guadalajara, a dirigir El Occidental y El Sol de Guadalajara. Me invitó. Decliné. Mi hijo Ricardo, que lleva su nombre, acababa de cumplir un año.

Yo fui a Fresas 13, en la colonia Del Valle, a pedir trabajo. Me lo dieron… fui corresponsal de “Proceso” y al mismo tiempo reportero de “El Sol de Acapulco”.

Una tarde, en la sala de redacción, subió agitada la recepcionista preguntando por mí.

–Tiene una llamada desde Washington.

–Jooooooder!!! Exclamó Jorge Laurel a todo pulmón, desde su cubículo.

–Nomás falta que sea de George Bush, que ande buscando a Jorge Valdez…. Se mofó a grito destemplado y causó las carcajadas de todos los reporteros.

La recepcionista le dijo a Laurel: ¿Cómo supo que le habla un tal Bush?

—Uuuuuuuuta madre… Te hablan tocayo… desde La Casa Blanca!!! … joooooder!!!!

Sí, era Carlos Puig, corresponsal de “Proceso” en Washington, D.C., quien me llamó para pedir información de los hechos en el hotel “Princess” de Acapulco. Esa… es ooootra historia.

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